![](http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/b/b1/Cascohistoricodecba.jpg/320px-Cascohistoricodecba.jpg)
Los habitantes de una
ciudad sabemos que hay lugares especiales que no tienen que ver con los
atractivos turísticos o que no nos ofrecen grandes beneficios ni paisajes pero
en los cuales nos sentimos cómodos.
Camino al trabajo al
estudio hemos trazado una ruta que muchas veces se vuelve también un ritual,
pasamos por ciertos lugares en lugar de otros, nos gusta cruzar la calle en
cierta esquina y no otra, pasar por determinada vidriera, mirar aquél detalle
en un balcón que siempre nos gustó, o la salida del sol desde una avenida. Son
detalles que tienen que ver también con la apropiación de los lugares por los
que transcurrimos todos los días y que se hacen parte ya de nuestra propia
identidad.
La ciudad de Córdoba,
capital de la provincia mediterránea, es un sitio poblado por millones de
personas que cubren su suelo de pasos día a día en un constante ir y venir que
va modificando el paisaje urbano a cada momento.
Víctima de un ritmo
implacable al ser un centro de organización política así como de
administración, educación y trabajo, la ciudad muchas veces guarda como tesoros
ciertos rincones de su mapa que incluso están muy expuestos pero que la gente,
en su vertiginoso andar, a veces parece no notar.
Uno de estos sitios,
de una gran belleza y dotado de un gran valor también es uno de los atractivos
en Córdoba, especialmente en el microcentro y es nada menos que el Pasaje Santa
Catalina, una pequeña calle adoquinada que se encuentra justo en el medio de
dos edificios históricos: la Iglesia
Catedral, máximo referente del catolicismo en Córdoba, y el
Cabildo Historico donde funcionan ahora actividades culturales así como una
oficina de atención turística.
El Pasaje Santa
Catalina se configura hoy como uno de los atractivos en Córdoba no solamente
porque nos ayuda a recrear una época pasada, por la belleza innegable de su
delicado suelo que nos permite pasar de la Plaza
San Martín hacia las peatonales en un paseo de gran estética,
sino porque es un punto de ejercitación de la memoria, en el que los cordobeses
y las personas de todas partes del mundo que pasaran por allí tienen la
oportunidad de recordar a los desaparecidos que fueron víctimas del terrorismo
de Estado en Argentina durante los años de la Dictadura, lo que
representa el momento más oscuro de nuestra historia.
Hay quienes piensan
que un lugar así no puede constituir un atractivo turístico. A esas personas
las invitamos a pensar en las veces que al llegar a una nueva ciudad se
dirigieron a un museo, que es una institución cuyo fin no es otro que preservar
la historia, el patrimonio y fomentar esa divulgación.
El Pasaje Santa
Catalina nos muestra una gran cantidad de fotos, de las personas que
desaparecieron trágicamente en esa época, porque la memoria es también un
patrimonio de los pueblos y porque a pesar de lo vertiginoso de la época, del
día a día, de las obligaciones diarias, es necesario tener siempre un momento
de reflexión, poder obrar pensando en lo que pasó antes, poder dar cuenta de
una capacidad crítica que no se base ni en el miedo ni en la apatía, sino en el
compromiso constante con una sociedad mejor.
Caminar por el Pasaje
Santa Catalina es, de alguna manera, poder ejercitar esa memoria, hacer
presente una vez más a las personas que el poder autoritario hizo callar de la
peor manera. Es poder decir que desde este presente y en esta hermosa ciudad de
Córdoba no solo se piensa en lo lindo, en lo cosmopolita, en lo turístico sino
también en lo social, en aquello que permite que cada persona crezca que no es
otra cosa que el ejercer un pensamiento capaz de borrar las fronteras del odio,
del miedo, de la falta de solidaridad con el otro.
Qué mejor que poder
pasear por un lugar así, un lugar que tan solo en una pequeña cuadra nos habla
de ser mejor personas, de no olvidar, de respetar ese patrimonio inagotable que
es la memoria y que nos permite construir sobre sólidas bases y no sobre
ideales ficticios, una ciudad que realmente valga la pena.
En esta misma cuadra
podremos entonces encontrarnos con uno de los museos en Cordoba: la Sede de la Comisión y del Archivo
Provincial de la Memoria,
que nos permitirá saber más y con precisión de qué se trataron todos esos años
en los que nadie quería saber nada y cómo es necesario, ahora y siempre, saber.